Zamara 8-9 de noviembre de 2025
Por Francisco Javier Fernández Lorca
El lema de Evangelizadores de la cultura fue calando poco a poco en los dos días de encuentro que, en los dos días soleados, aunque frescos de Zamora, nos habíamos propuesto desarrollar. Un lema de contenido no nuevo, pero si renovador para los que estuvimos allí. Siempre la Iglesia y el mensaje de Cristo se han hecho cultura. En diferentes épocas y en todos los pueblos en los que la buena noticia ha ido llegando, el evangelio se ha hecho cultura, para poco después la cultura hacerse evangelio. Y ahí estamos.
El románico zamorano, que nos asaltaba en cada esquina de la ciudad, nos decía que la cultura se había hecho evangelio, cada piedra de las hermosas iglesias gritaba y sigue gritando que allí estaba Dios presente. Los canteros, los que pagaban a los canteros, los que daban de comer y vestían a los canteros, los que transportaban las piedras…, toda la ciudad estuvo implicada en esta gran obra de Dios hecha ciudad.
Pero por si nos costara entenderlo a los asistentes al Encuentro, allí tuvimos varios gritos más. La magnífica exposición de Las Edades del Hombre, denominada en esta ocasión “Esperanza”, nos decía suavemente en unas ocasiones y a grito pelado en otras, que se puede hablar de Dios con los pinceles, con los cinceles, con la gubia, con los pigmentos… con la creatividad humana trascendida de la inspiración divina. Mucho disfrutamos.
Los talleres de evangelización sobre temas tan diversos como el camino de Santiago zamorano, la magia, la iconografía del rostro de Cristo, la música, los cuentacuentos, el cine o la artesanía belenista, nos ayudaron también a entender la cantidad de trabajo oculto que hay detrás de cada obra humano-divina. Pero, además, de estos talleres dirigidos por maestros, nos juntamos también en torno a un café, en otro momento del Encuentro, para charlar y proyectar sobre cómo ayudar a la Iglesia necesitada, o cómo saber integrar en la familia el tsunami de la Inteligencia artificial, o cómo aprender a ver buen cine, o cómo hacer un buen acompañamiento espiritual en estos tiempos de hoy, o cómo entender la gran persona que había detrás de la gran obra de Antonio Gaudí.
Y ya que hablamos de Antonio Gaudí, hablemos de D. José Manuel Almuzara que nos dirigió la ponencia central del Encuentro, precisamente bajo el título de Gaudí, evangelizador de la cultura. ¡Qué magnífica simbiosis la de un hombre y una obra para alabar a Dios de forma permanente! Gaudí se entregó a una obra, que sabía que no vería acabada, pero que sería proyecto y luminaria para muchas generaciones. La detallada explicación de José Manuel, inacabada por inabarcable en un tiempo humano, como la obra del propio Gaudí, dejó a todos con ganas de más. Hasta el punto de pedir un próximo encuentro en Barcelona al pie de la Sagrada Familia. Veremos.
El centenar de asistentes al Encuentro íbamos de acá para allá con paso rápido para no perdernos nada y el corazón revolucionado porque se iban sucediendo actividades a cada cuál más interesante. ¡Cómo no mencionar también, las dos eucaristías celebradas, ambas en la románica iglesia de San Ildefonso! La primera presidida por D. Ángel Carretero, sacerdote diocesano de Zamora, y amigo, muy amigo, que hizo un breve repaso personal a sus tiempos juveniles con su incipiente vocación sacerdotal al calor de la Milicia de Santa María; y referencias luego a la Esperanza cristiana. La segunda eucaristía, del domingo, presidida por el obispo de Zamora, D. Fernando Valera, con una homilía-meditación sobre la santidad que no dejó indiferente a nadie; ¿cómo ser Iglesia, milicia y movimiento sin esa perspectiva de la santidad? Imposible.
En una espera, de las pocas que hubo, muchos se fueron a ver la exposición Espejos del alma, que en la plaza de Viriato nos mostraba 40 actitudes ante la vida humana personalizadas en otras tantas imágenes de la Semana Santa zamorana. ¡Qué expresiones, qué caras, qué escorzos…! para la esperanza, para la pena, para la desesperación, para la entrega, para el compromiso, para el amor…
A mediodía del sábado estábamos todos los participantes del Encuentro más algunos amigos de Zamora ante un ejemplo precioso de evangelización de la cultura, en este caso a través del teatro y la música. Se representaba en el teatro de la Casa de la Iglesia, especialmente para nosotros, el musical Más allá, de nuestro querido Rogelio Cabado. Un musical fresco y profesional, lleno de profundidad vocacional y grandes escenas de baile con gran intensidad. La música selecta como siempre en Rogelio. Especialmente destacable el buen hacer de los jóvenes actores y bailarines. Sus rostros siempre sonrientes, muy metidos en la acción, nos hicieron vibrar con ese momento tan de jóvenes, pero para cualquier edad, que es la vocación dentro de la Iglesia. ¿Qué quiere Dios de mí?
La asamblea del sábado por la tarde, después de muchas de las actividades ya realizadas, fue un no parar de experiencias contadas de evangelización: encuentros de filósofos, programas de radio, participación en asociaciones de diferente índole, creación y representaciones de varios musicales, la cotidianidad de acercamiento a los vecinos, la promoción de valores entre los jóvenes, la implantación en varias provincias de centros de orientación familiar, la pastoral del dolor, etc. Ni un segundo quedó en silencio… Lo que no quiere decir que el silencio sea malo. Precisamente ante el Cristo yacente de Gregorio Fernández que podíamos ver en la exposición de Las Edades del Hombre, el guía nos decía, ¡qué voy a decir yo, mejor es estar en silencio! Y así era y así fue.
La visita nocturna a la ciudad, el breve concierto de autores cristianos, las comidas, los paseos al mirador sobre el Duero…, y todo eso que es menos espectacular, pero no menos humano, quedó allí también en el corazón de cada uno de los asistentes a este X Encuentro de Laicos en Marcha que quieren no parar… como allí.


