Fco. Javier Fernández Lorca
Se enmarcaba nuestro Encuentro entre la misa del sábado, día 6 de noviembre por la mañana
y la del domingo día 7, a mediodía. Pero empecemos por el final.
El P. Eduardo Toraño nos decía en su homilía musical que podemos agradar a Dios ofreciéndole nuestra pequeñez y pobreza. Pobreza de medios de comunicación y pequeñez de capacidades. Pero esa pequeñez es lo que necesita Dios para hacer su obra. Como la viuda del evangelio que apenas echa un par de moneditas o el muchacho que ofrece sus pocos panes y peces (por cierto, bien representada esta última escena en la preciosa capilla del colegio Stella Maris de la Gavia, donde se celebró el Encuentro), y que Jesús utiliza para multiplicarlos y hacer su obra.
Veníamos de una Asamblea de experiencias y conclusiones en la que nuestro director general resumía todo en 3 palabras: la importancia de los encuentros, tan necesarios después del desierto de la pandemia. ¡Qué bien podernos ver! Nos necesitamos y nos necesitamos cerca.
La dinámica de la aventura en nuestras vidas, porque somos de arriesgar: “La aventura cristiana de la comunicación”, como rezaba nuestro lema del VIII Encuentro; pero también “La aventura de educar”, como el programa de TRECE TV, en el que trabajamos; o la aventura de la vida entregada en tantas pequeñas cosas de cada. Y, por último, la imagen de las Flores en el desierto que proponía el musical estrenado el día anterior, porque nos recuerda la experiencia de los cristianos perseguidos, pero también porque nos presenta a los cristianos como pequeñas flores plantadas en mitad del mundo para dar belleza al propio mundo y agradar así a Dios.
Había sido una asamblea con preciosos testimonios de comunicación del hecho cristiano en nuestros ambientes laicales. Algunos testimonios de actividades más organizadas como edición de libros o programas de televisión, pero la mayoría, de testimonios de alma-alma que nos recuerdan la palabra de Jesucristo a sus primeros jóvenes discípulos “Venid y lo veréis”.
Fueron varios los que así lo recordaban. Testimonios entretejidos con las descripciones de los talleres impartidos el sábado y de los que salía esta misma idea: hay muchos medios de comunicar, pero el principal es el del testimonio personal de vida.
El sábado habíamos acabado el primer día de encuentro con el estreno de la representación del musical “Flores en el desierto”. La comunicación del mensaje cristiano a través de un medio privilegiado como el teatro y la música. A través de la belleza, escuchamos en varios momentos del encuentro, es como se puede cambiar el mundo. Creado y representado por el
grupo de niñas, adolescentes y jóvenes del grupo Altas Cumbres, el musical describe la situación dramática de un grupo de mujeres y niñas que tienen que huir de sus casas y de su patria por ser cristianas. Detrás de la representación muchas horas de trabajo y muchas personas ocultas ayudando a que saliera adelante. En escena 16 actrices y 7 músicos; 4 actos, 11 temas musicales… una hora y tres cuartos de acción, reflexiones y diálogos, retrato psicológico y social del crecimiento humano y espiritual de cada una de las mujeres que iban de camino.
Previamente se habían impartido 8 talleres de adultos y 2 de niños sobre la temática de la comunicación: comunicar y evangelizar desde la música (Rogelio Cabado), escritura y medios escritos (Mar Carranza), asertividad y evangelización (Isa Cortijo), análisis de medios de comunicación (Manuel Serrano), transmitir valores en el cine (José Alfredo Elía), radicalización a través de las redes sociales (Selene Pisabarro), comunicación gráfica a través de la ilustración y el diseño (Chemi de la Peña) y diario de viaje de un laico en marcha haciendo un vídeo en un minuto sobre una idea (José Barrero). Se hablaba al final de que sería bueno repetir estos talleres a lo largo del año porque a todos nos habría gustado participar en todos. Veremos.
Habíamos tenido poco antes la comida y el café solidario (con dulces de las clarisas de Orduña en Vitoria, tan amigas nuestras) en las que pudimos hablar entre nosotros y compartir inquietudes, éxitos y fracasos en la comunicación.
Y llegábamos a esa comida después de dos mesas redondas de mucho calado. La segunda, muy testimonial, nos animó a ser esos testigos en todos los medios de comunicación actuales y nos iluminó sobre cómo movernos por el mundo de la comunicación cristiana: El P. Damián Montes a través de las redes sociales, José Antonio Méndez Pérez desde la revista Misión y
Antonio Pérez Esclerín como profesor cristiano. Salieron varias ideas: “La misión es un riesgo”, “si no hay encuentro todo lo demás será doctrina, pero no amor”, “escucha, propuesta, caricia”, “los cristianos somos un argumento a favor o en contra”, “el silencio es la cuna de la palabra verdadera”.
Y la primera mesa redonda, con más contenido teórico, sobre el hecho mismo de la comunicación en todos los ámbitos, con las palabras de Monserrat Llopis, directora de Ábside Media (Trece TV y COPE) y de José Luis Chaves, experto en comunicación institucional (Fuerza Armadas): “Para tener una comunicación efectiva el primer paso es generar confianza con tu
interlocutor”.
Abríamos el encuentro con la misa de ese sábado en la que el P. Miguel Íñiguez nos impulsó a ser verdaderos testigos valientes del evangelio como los mismos mártires que celebraba la Iglesia en la liturgia de ese día, o como los santos que adornaban el altar de la capilla (Pier Giorgio Frasati, Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, Gianna Bereta Mola, etc.)
Entre medias, la atención a los niños y adolescentes, también con su encuentro de comunicación, por ejemplo: un collage hecho por los más pequeños sobre la Virgen María, una gimcana de la comunicación, un taller de música, un taller sobre los valores y antivalores de las “series”, una reunión de experiencias entre los más mayores, etc.
Antes de todo, muchas horas de trabajo de un grupo de hombres y mujeres, trasnochadores muchas veces para sacar todo adelante, animosos a pesar de dificultades externas, pero también de enfermedades o situaciones familiares difíciles. Horas de gestiones, de viajes, de compras, de visitas, de preparación de materiales, de ensayos, de reflexiones, de reuniones, de llamadas y mensajes… en las que fuimos más que nunca conscientes de que hace falta comunicarse bien.
El VIII Encuentro Laicos en Marcha no quiere acabar, antes de que empiece el IX tenemos la misión de desarrollar todo lo aquí aprendido y sugerido. Ojalá salgan adelante muchas iniciativas de comunicación lideradas por equipos de misión, más o menos grandes, con miembros del Movimiento de Santa María, y acompañados de otras personas que se quieran unir a esta apasionante aventura cristiana de comunicar.
Hemos empezado la crónica por el final, y ahora la acabamos por el principio. En la Eucaristía Dios se nos comunica, no solo con palabras, sino que se nos da en alimento. Ahí es nada.